domingo, 22 de marzo de 2009

LA REVOLUCIÓN DE LA ABSTENCIÓN DIC 5, 2005

LA SOCIEDAD CIVIL, LA ABSTENCIÓN Y LA REVOLUCIÓN. Rómulo Lares Sánchez. Dic. 5, 2005.

El ilustre Profesor Agustín Blanco Muñoz nos expone en uno de sus últimos trabajos el tema: “LA REVOLUCIÓN DE LA ABSTENCIÓN”. Fundamentalmente estoy de acuerdo con las hipótesis y conclusiones expuestas. Como una posible contribución a este debate y con el ánimo de destacar la trascendental importancia del hecho electoral, político e histórico del día de ayer, considero oportuno proponer para su consideración los siguientes comentarios.

El 4D se produjo la toma pacífica del poder político por parte de un ente aún sin organización, la Sociedad Civil, mediante una manifestación pública clara, denominada abstención. Me propongo aclarar el limitado significado de denominar el hecho histórico abstención, impidiendo que sean identificados y explorados otros símbolos que se manifestaron con la ausencia deliberada y la presencia forzada de ciudadanos en los centros de votación.

Transcurridas tan sólo horas, apreciando las intervenciones públicas de los jefes de los partidos políticos, en general, se percibe un desconcierto por la manifestación de la población, su ausencia de los centros de votación. La impresión es que la participación esperada era muy superior a la oficial, del 25%, lo que sorprendió tanto al régimen como a la “oposición”. Es posible presentar la hipótesis según la cual, de no haberse retirado los candidatos de la denominada “alianza opositora”, hubiese de todas formas acaparado ilegalmente el régimen-CNE los 167 diputados a la AN, los 12 al Parlamento Latinoamericano y los 5 al parlamento Andino.

La sorpresa también impidió al régimen organizar el decorado de la “hoja de parra” y obligó apresuradamente primero AD, luego COPEI, lentamente PJ y finalmente la “zulianidad”, a retirarse del acto. De no haberlo hecho hubiese quedado suscrita su autopsia. Al retirarse y tratar de capitalizar las simpatías que obtuvieron por estar por primera vez en muchos meses, del lado de la Sociedad Civil, es parte de la estrategia que les permitiría evitar la desaparición súbita, porque de no retirarse hubiese sido necesario, adicionalmente, iniciar la actividad de recoger firmas para reinscribirse en el registro de partidos políticos en el CNE, para poder seguir actuando con sus denominaciones y símbolos. Si bien el régimen demostró no poseer capacidad absoluta de convocatoria, tampoco la oposición.

La comprobación de estas afirmaciones está en: 1) La cifra preliminar oficial de abstención del CNE, 70,46 %. 2) Las cifras muy confiables de SUMATE: abstención de 82,3 %. 3) La cifra de votantes en la hora de prórroga de 634 mil electores, lo que representa el 30% de los votos sufragados. 4) La cifra oficial de VOTOS nulos, cercana a 159 mil y los indicios de que esta cifra fue mayor. 5) La información interna del CNE, según la que, fueron retirados de la Sala de Totalización durante un lapso de cerca de una hora, tanto los observadores internacionales presentes, como la vergüenza que representa, por su parcialidad, el “Ojo Electoral”. A su reingreso, los índices de abstención se habrían reducido. Esto le correspondería confirmarlo en sus informes a los observadores. 6) Estos mismos observadores nos dan la sexta razón, y es la sorpresa que manifestaron cuando la “oposición”, a pesar de haber condicionado su participación a la eliminación de las capta-huellas y los cuadernos electrónicos. Actitud que protestó el CNE, confirmando la violación del acuerdo. 7) La avasalladora campaña para intimidar a los empleados públicos y beneficiarios de misiones, amenazándolos sin recato alguno. 8) La también desesperada arenga para asistir a los centros electorales por parte del régimen en general, dirigida por el propio Hugo Chávez.

El sentido de estos números y hechos obliga a considerar la hipótesis según la cual, la verdadera razón y última del retiro de los candidatos de la denominada oposición, es decir AD, COPEI, PJ y los candidatos de la “zulianidad”, no fue la conciencia por respaldar el clamor de rechazo al CNE por parte de la Sociedad Civil. Por medio de las encuestas se percibía también el repunte acelerado de las simpatías por AD al anunciar su retiro, y el descenso por PJ mientras no lo decidía. Sería entonces sencillamente la realidad cruda de que aún participando, no hubieran podido quedar como diputados, a pesar del interés del régimen y su capacidad con el CNE de asegurar la “hoja de parra”. Por un CNE legitimado por el empeño de la denominada “oposición”, en participar y legitimarlo.

Esta hora de luces de la Sociedad Civil requiere de la unión de todos los actores que la conforman, de manera de establecer los niveles de organización que permitan capitalizar el poder político que tiene en este momento, con el interés de restablecer el estado de derecho, por lo menos electoral, como primer paso. También deben participar en el debate los partidos políticos, pero manteniendo su condición de catalizadores de las aspiraciones y de subordinados a la Sociedad Civil. Un sólo motivo para este esfuerzo sería, la posibilidad cierta de resolver el problema político actual, de recuperar la democracia por una vía pacífica, o con el mínimo derramamiento de sangre.

La conformación del “partido único”, conducirá irremediablemente a la desaparición del foro por excelencia de la democracia, el parlamento, el que ya no era más que una fachada democrática convalidada por la presencia de la denominada “oposición”, pero que con la instalación de la “nueva AN” completa el cuadro de todos los poderes públicos secuestrados por el régimen. La única vía de participación serían, gremios, sindicatos, asociaciones de vecinos y la calle. Esta situación conducirá aceleradamente a desbordar los niveles de represión y de violencia por parte del régimen y respuestas imprevistas de parte de la SC, estimuladas por la precipitación de actuaciones “legislativas” con orientación abiertamente rechazada por la ciudadanía, por un cuerpo absolutamente ilegítimo e ilegal.

Ahora bien, la abstención como fenómeno electoral esta conformada por la expresión de varias posiciones políticas. En Colombia por ejemplo, el sistema electoral ofrece, en el caso de referendo, cinco tipos de voto. A favor, en contra, blanco, nulo y no participó-asistió. Esto permite clasificar adecuadamente el sentido de las diferentes categorías. En el caso venezolano, una de las perversiones de nuestro sistema político representativo, mantenido por el sistema “participativo”, es sólo ofrecer tres categorías: a favor, en contra y nulo-ausente, impidiendo deliberadamente la identificación del verdadero mensaje de “los ausentes y votos nulos”.

Pero el voto nulo tienen un sentido de “reconocimiento del sistema electoral”, que no es el caso claro en nuestro SEV, porque cuando uno participa legítima ese sistema, es decir le reconoce cierta capacidad de garantizar la voluntad del votante, además se debe considerar que un porcentaje de los votos nulos se debe a “errores” (menores en los casos de automatización del voto, porque el sistema alerta e indica el error). Pero también el voto nulo puede significar rechazo al sistema cuando el votante lo hace bajo coacción, como ha sido en el caso venezolano en las últimas elecciones. La única vía posible para manifestar la posición de total rechazo al sistema político es mediante la ausencia del centro electoral. En este caso también debe aceptarse que un porcentaje debe ser atribuido a la falta de responsabilidad y bajo nivel de ciudadanía, o las condiciones meteorológicas y el costo del desplazamiento. Es decir, la abstención, entendida como el nivel de participación en un acto electoral, corregido por los coeficientes y factores relacionados con las características de la sociedad y comunidad en particular, ofrece información clara con relación a las manifestaciones de los votantes. Adicionalmente, el régimen moviliza tanto las nóminas de empleados públicos como los beneficiarios de los diferentes programas-“misiones”, los que terminan siendo militantes pagados y evaluados en función de su participación en el acto electoral. Esto, obviamente contamina el nivel de abstención, disminuyéndolo sustancialmente. La versión según la que la participación sería afectada por el “triunfalismo”, no es aplicable en nuestro caso; el régimen colocó al líder de la “revolución” Hugo Chávez, como su jefe de campaña y quedaron en las imágenes de las múltiples y abusivas cadenas de TV las desesperadas invitaciones para incrementar la participación, y la intimidación, mientras lo mismo hacían los partidos de “oposición” hasta su súbito retiro a 4 días del acto electoral.

En Venezuela, si bien la confianza en el sistema electoral tuvo alzas y bajas, jamás llegó a los niveles de manipulación y desprecio por la ciudadanía, hasta la llegada de Francisco Carrasquero y su equipo al CNE. El ciudadano no confía, en general, en el órgano electoral, independientemente que la propaganda del régimen o de la “oposición” lo seduzca. El ciudadano al no asistir, sea oposicionista o simpatizante al régimen, lo que manifiesta es su rechazo por el SEV. Por lo tanto, la manifestación popular que se produjo el 4D, reduciendo al mínimo la proporción de los habitantes de una u otra tendencia que históricamente participan, se vio determinantemente estimulada y refleja desprecio por el CNE, por los partidos políticos y por sus líderes.

La sociedad venezolana ha estado sometida desde 1998 a una epidemia electoral, cónsona con el espíritu democrático promovido desde 1958 y estimulado por la CRBV1999, de carácter expresamente participativo. La democracia en Venezuela significa el VOTO, pero el VOTO que respete su voluntad, e históricamente de esto se encargaban los partidos políticos representados en el CSE, los que se auditaban mutuamente. La perversión del SEV se limitaba a despreciar y minimizar las expresiones de los partidos minoritarios, recién formados y de los grupos de electores. Los que no tenían dolientes efectivos dentro del órgano electoral o en las mesas y competían en desventaja. A partir de la llegada de Carrasquero-Zamora y Rodríguez-Mejías, el CNE completó la construcción de una institución absolutamente diseñada para “convalidar electoralmente” la instauración de un régimen absolutamente fraudulento desde la perspectiva electoral.

Esa misma CRBV1999, impregnada absolutamente del espíritu participativo, como evolución de la de 1961 de carácter representativo, tiene como expresión clara la creación de las diversas modalidades de referéndum: consultivo, revocatorio, ratificatorio. Este subrayadísimo carácter participativo es lo que permitiría argumentar con fuerza y alto peso específico, que aunque las leyes y reglamentos electorales no establecen quórum electoral de legitimación y legalización de resultados, y la CRBV1999 sólo lo hace en los casos de referendum, el hecho de que las leyes particulares no lo establezcan en el resto de los casos, no exime la obligación de adaptar dichas leyes al espíritu y a la letra constitucional. De allí la necesidad de establecerlos y de considerar necesariamente la segunda vuelta electoral, para poder asegurar la legitimidad de los elegidos. Hasta 1999, aunque debatible desde el punto de vista de la legitimidad, legalmente se elegía un funcionario con participaciones y manifestaciones exiguas de los electores, pero esto definitivamente no es posible a partir de 1999.

El acto del 4D deslegitima absolutamente el único poder público nacional que mantenía su legitimidad de origen, la Asamblea Nacional, aunque ha venido actuando al margen de la ley y atropellando a los representantes “opositores”. Ahora su ilegítimo e ilegal origen contaminará los otro poderes públicos que de ésta se deriven: Poder judicial, Poder Ciudadano y Poder Electoral, los que quedarán deslegitimados al ser renovados y en consecuencia deslegitimarán también todos sus actos.

Quedan pues muy claros ciertos hechos y de ellos se desprenden algunas conclusiones: 1) La Sociedad Civil, tanto simpatizante como adversa al régimen, aprendió participando masivamente e imponiendo un record histórico en el RR, que por la vía del VOTO no se reconocerán las fuerzas políticas, ni se restablecerá el equilibrio político, ni se alcanzará la paz. Todo el país se manifestó en esa oportunidad y lo confirmó definitivamente el 4D rechazando el SEV. 2) La SC también confirmó en el RR y ahora el 4D, que con los líderes y los partidos políticos actuantes tampoco se despeja la vía para recuperar la democracia. 3) La SC, las mayorías afectas u opuestas al régimen desconocieron claramente las elecciones de la AN, Parlamento Latinoamericano y Parlamento Andino. La SC se expresó, deslegitimando todos los parlamentarios proclamados por el CNE. 3) El régimen asumiendo en celebración como “triunfo” la obtención de todos los 167 curules de la AN y el establecimiento de una ”democracia” con partido único, militarista, proclama ante el país y el mundo su carácter antidemocrático. 4) No podemos esperar soluciones de la intervención de los organismos internacionales ni de otras naciones, en principio sólo dispuestas a mover sus piezas en defensa de fabulosas participaciones y comisiones financieras o la conquista de mercados.

Este terremoto político, de una SC dispuesta y empeñada en resolver la crisis política e institucional por la vía pacífica, a pesar de las deliberadas provocaciones del régimen y sus aliados por empujarnos hacia la violencia generalizada, se produce prácticamente de manera espontánea y al margen, más grave aún, teniendo de espaldas a los medios de comunicación social. Es claro que los niveles de organización ciudadana son sumamente bajos, que es hacia donde deberían ser dirigidas las acciones unitarias de toda la sociedad: la organización social, vecinal, sindical, gremial y política.

Triunfó una SC que aunque no se ha organizado política y socialmente, porque lo había delegado en los partidos políticos, confirmó en la unidad una posibilidad pacífica de recuperar nuestra democracia. Ahora tendrá que estar alerta para impedir que, feriado navideño de por medio, sea víctima de las negociaciones que apresuradamente tratan de establecer el régimen y la “oposición” para demorar su definitiva pérdida absoluta del poder, y entre otras aspiraciones impedir su enjuiciamiento. Si esta hipótesis se verifica, se presenta efectivamente por primera vez desde 1958, la posibilidad de asumir un estadio de desarrollo político democrático superior, oportunidad que no podemos absolutamente dejar pasar.

Mientras debatimos internamente nuestro futuro, se intensifica la lucha entre los poderosos intereses que se reparten los activos del país, con la complicidad tanto del régimen, de gobernantes así como de los aliados de la denominada “oposición”. Se intensifica la presión de las unidades represivas comandadas por cubanos y mercenarios de otras nacionalidades. Se incrementa la represión hacia los disidentes de cualquier signo.

Todo este cuadro dramático se desarrolla ante unos medios de comunicación nacionales privados, escudados en la “autocensura”, o del Estado, parcializados y controlados por el régimen. Adicionalmente ante unos organismos internacionales, supeditados a la complejidad de los intereses financieros, políticos y burocráticos de los Estados que los conforman.

Conclusión: El 4D se produjo el rechazo definitivo, pacífico y democrático, prácticamente absoluto, del SEV y del CNE. La recuperación de la democracia en Venezuela requiere absolutamente de las iniciativas que tome la Sociedad Civil, independientemente de los partidos políticos, los medios de comunicación social y los organismos internacionales.
Todas los poderes públicos nacionales, de los estados y de los municipios, e instituciones del Estado, particularmente la Fuerza Armada Nacional, así como todas las organizaciones políticas, sociales, sindicales y gremiales de nuestra sociedad, quedan notificadas de la violación flagrante de la Constitución de la República de 1999, y por consiguiente, cómplices convictos y confesos, a menos que de acuerdo con el propio texto constitucional, específicamente sus artículos 333 y 350, procedan con planes y acciones para colaborar con su restablecimiento, lo que exigirá el desconocimiento de todas las autoridades responsables de tales violaciones.

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