LIBERTAD, IGUALDAD, FRATERNIDAD. ¿IDEALES NO EXPORTABLES Y EXCLUSIVOS PARA EL CONSUMO INTERNO DE LA REPÚBLICA FRANCESA?
Rómulo Lares Sánchez. Enero 23, 2006.
El impedimento más importante para restablecer la democracia en Venezuela es, en mi criterio y ante las evidencias de poderosas maquinarias e inversiones en desinformación y propaganda, la caricatura de sociedad que nos presentan cotidianamente los medios de comunicación social. Aunque relacionado con las particularidades de la lucha planetaria-mundial por el control de la información, las conclusiones sobre el tema, del Profesor Robert W. McChesney de la Universidad de Illinois, publicadas en el 2003 bajo el título: “Medios Ricos, pobre democracia, política de la comunicación en tiempos inciertos”, revisadas en 2005, serían aplicables directamente al caso venezolano.
El interés y la urgencia por debatir este tema esta relacionado con el efecto desastroso, que sobre la democracia participativa tiene el control o la concentración de intereses de los medios de comunicación social.
Uno de los ejemplos más deformadores de la “realidad” venezolana en la opinión publica internacional es el consistentemente presentado por el periódico mensual “Le Monde diplomatique”, presidido y dirigido por el francés de origen español Ignacio Ramonet, quien por su amistad con Hugo Chávez obtiene de “esta fuente directa” las “verdades” que suscribe y publica como su presidente-editor, y como respaldo de la prestigiosa publicación mensual a la gestión política interior y exterior del Estado venezolano.
Esta simpatía del medio de comunicación internacional en cuestión, no tendría por que ser vinculada a la política exterior de la República de Francia, aún mediando la gran simpatía-amistad e intercambio de obsequios referidos ampliamente por el propio Hugo Chávez, que existe con el presidente Jacques Chirac y que aquél refiere y muestra con orgullo, de no ser por la activa participación y promoción del régimen venezolano por parte del embajador francés en Venezuela, quien pareciera competir con otros embajadores por el número de participaciones y de sonrisas en los actos y abusos propagandísticos del régimen.
El embajador Pierre Jean Vandoorne a quien conocí cuando se desempeñaba como cónsul en Toronto, Canadá, donde promovió las relaciones comerciales y culturales entre esas naciones y siendo ésta la prioridad de su asignación, actividad que ha sido siempre influída por el interés político en/y por la comunidad francesa del Canadá, particularmente la del Estado de Québec, tendríamos que comprender cuándo la política francesa otorga prioridad al aspecto comercial de las relaciones entre nuestros países, si éstas han sido declaradas oficialmente como “superiores” al interés democrático o al de la promoción de los principios aún rectores y vigentes de la gestión pública francesa: “Libertad, igualdad, fraternidad”.
En el caso del franco-español Ramonet, o quizás de los propietarios-accionistas de “Le Monde diplomatique”, las empresas S.A. Le Monde, Association Gunter Holtzman y aquéllos diluidos entre los diversos suscriptores distribuidos en todos los continentes que conforman el multitudinario grupo de “Les Amis du Monde Diplomatique”, deberían interesarse por conocer y evaluar el nivel efectivamente desequilibrado en la presentación del “caso venezolano”, prácticamente en exclusividad como experto por Ramonet.
Hablar de democracia, evaluar su nivel de desarrollo requiere absolutamente de la calificación-aprobación profesional del funcionamiento y equilibrio de los medios de comunicación social, de la calidad de información y la divulgación de las opiniones, del respeto a los principios democráticos, de la protección del ejercicio de la profesión de los periodistas y editores, de la libertad empresarial, comercial, económica de sus propietarios e inversionistas. Este es un tema que no puede ser dejado en segundo término cuando hablamos de democracia.
Por las razones anteriores y como propuesta concreta en esta etapa de promoción de la conciencia colectiva sobre la necesidad de trabajar desde todos los frentes y desde todas las trincheras, por el restablecimiento de la democracia en Venezuela, considero de vital importancia invocar el debate sobre el tema “Medios de comunicación social y democracia” y como actividad práctica y concreta, ante la evidencia del daño que han causado y causan a la democracia venezolana las desviaciones en el ejercicio de la comunicación social, manifestar de manera formal mediante correspondencia pública, iniciando específicamente con el caso de los medios influyentes internacionales como “Le Monde diplomatique”, dirigida a sus propietarios, llamando su atención y denunciando una posición parcializada o no apropiadamente referida a la realidad.
En el caso de la actuación de los representantes diplomáticos quienes han venido asumiendo actitudes, actuaciones u opinando públicamente, contrario a los principios básicos de la diplomacia, en nuestros asuntos internos, el caso particular del embajador francés, por sus actuaciones ya referidas y por la circunstancia adicional de ser editado e impreso “Le Monde diplomatique” en Francia, por lo que también parecería conveniente la fijación de posición pública de ciudadanos, individualmente o por intermedio de gremios, sindicatos y diversas asociaciones o agrupaciones, para solicitar por escrito, públicamente, a las autoridades ejecutivas, legislativas y a la opinión pública francesa, su punto de vista con relación a las actividades referidas, las que pondrían en entredicho el ejercicio democrático y el apego a sus principios constitucionales, tanto por las gestiones de su representación diplomática en Venezuela, como por la posición de la prestigiosa publicación mensual y los accionistas franceses de su grupo editorial.
La consideración, debate y decisión con relación a estas dos iniciativas propuestas, las que estimo pudieran conducir a la redacción y aprobación de una comunicación de esta asamblea, suscrita tanto por los promotores y participantes de la “Cátedra Pío Tamayo de la FACES de la UCV” y por quienes deseen respaldarla posteriormente, sería un ejercicio relevante dentro de la exploración de la transformación de esta Cátedra y de sus actividades académicas y de campo propuestas para este año 2006, como un centro de promoción del debate y de la acción colectivas hacia la búsqueda y establecimiento de una democracia verdadera, basada en el reconocimiento de la participación y acción de cada ciudadano, no de la búsqueda de nuevos salvadores-mecías.
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