Dignidad. ¿Podemos vivir sin ella?
Rómulo Lares. Miembro Directorio CNE 2000-2003. Caracas, 30.07.05
La posibilidad de despertar cada mañana, aceptar y entender el sentido de nuestra presencia en este mundo; luego ante el espejo ratificar ese sentido de nuestra vida y luchar cada día por su defensa, son valores que a la generación de venezolanos de los años 50 se les presentaron como superiores y así los adoptamos, pero: ¿dónde están?, ¿qué piensan?, ¿hacia dónde desean llevarnos las nuevas generaciones?
Para comprender la Venezuela de hoy se requiere de aptitudes muy especiales, pero además de estudio, de investigación, de conversación, de comunicación. En un esfuerzo por comprender hacia dónde se dirige nuestra sociedad, me acerqué a las cátedras abiertas de historia de las universidades Central de Venezuela, Pío Tamayo, y de la Católica Andrés Bello, la primera a cargo del Profesor Agustín Blanco Muñoz, la segunda del Profesor Elías Pino Iturrieta. Además de las muy obvias diferencias de enfoque que tienen estos dos compañeros de jornada en la investigación, estudio y divulgación de nuestra historia, imagino que desde observatorios similares pero laboratorios diferentes, y las intervenciones diversas de mis compañeros, la conclusión a la que llego para, a partir de allí, guiar mis lecturas, sobre algunos hitos de nuestra historia colonial y contemporánea es que, en la formación de la nación hasta nuestros días, sólo avanzamos a un nivel de organización superior cuando estuvo presente una dosis de dignidad colectiva.
Aunque las raíces de nuestra realidad actual son explicables por nuestro origen americano y nuestras relaciones con Europa, enfoquemos a partir de la mitad del Siglo XX. Creo que precisar el sentido de dignidad en estas cuartillas es obligatorio: digamos que es actuar responsablemente, como padre de familia, atender las necesidades diarias y también programar la atención de las del mediano y largo plazo, en nuestro hogar, nuestro condominio, vecindario, nuestra comunidad, en nuestra actividad profesional o trabajo, construyendo así día a día nuestra nación. Es luchar si necesario asumiendo riesgos mayores o sublimes, en función de los valores que nos sentimos obligados a defender. Valores sin los que el futuro de nuestra familia, comunidad, sociedad, nación, se torna oscuro e incierto. Así mismo definamos organización superior, como el logro de elevados niveles de salud, educación, justicia, servicios, deportes y esparcimiento, en pleno goce de libertades políticas, culturales, religiosas, económicas. Asegurar la tendencia ascendente de la organización social y de los valores de los venezolanos requiere absolutamente, en lo político, de un régimen de libertades, de garantía de los valores universales, de respeto a los derechos humanos, civiles, políticos que ya hemos conocido en Venezuela. Hoy lamentablemente ausentes.
Ante la dramática y traumática realidad nacional es necesario estudiar el impacto del paso dado el 19 de octubre de 1945 en el primer golpe de Estado cívico-militar de nuestra historia y la posterior elección en sufragio universal, directo y secreto del venezolano de mayor prestigio intelectual, el Maestro Don Rómulo Gallegos. Así mismo las consecuencias de que las fuerzas responsables del derrocamiento de la dictadura militar liderada por Marcos Pérez Jiménez, mediante el segundo y último golpe de Estado cívico-militar, no hubiesen honrado la participación del Partido Comunista en el Pacto de Punto Fijo, de quienes nos gobernaron desde 1961 hasta 1989. Creo que esos acontecimientos trascendentes de nuestra historia, que representaron avances en todo sentido fueron frustrados por cuestiones de dignidad, fundamentalmente de los dirigentes políticos sin excepción, y de las élites sociales que los respaldaron con su impacto sobre la dignidad colectiva.
Hoy se repite la historia dramática, no heroica como se pretende hacer creer a las mayorías, con la complicidad y la falta de dignidad de nuestras élites políticas, sindicales, empresariales y sociales, de espaldas a las mayorías del país. Mención aparte se debe a los medios de comunicación social. Señores hablémosle claro al país: El gran avance que representó en 1948, convocar y realizar elecciones universales, directas, secretas, con la participación de la mujer, hoy ha desaparecido. Desde los referenda Consultivo de 2003, Revocatorio y elecciones de gobernadores y alcaldes de 2004, perdimos ese derecho.
Sólo ausencia de dignidad puede explicar que venezolanos dedicados a la política se postulen e inviten a convalidar, a legitimar con la participación de la población estas farsas o pantomimas electorales, que claramente conducen a consolidar la eliminación del voto libre, fundamento de toda democracia. ¿Son éstos mismos seudo ciudadanos y sus organizaciones políticas y no gubernamentales los que pretenden dirigir el país desde la Asamblea Nacional y la Presidencia de la República?....
Los avances en las comunicaciones del siglo XXI permitirán mantener identificados a los responsables de los múltiples crímenes que se cometen cada segundo en Venezuela, a todos sus encubridores, cómplices y alcahuetas, de manera de lograr algún día su convicción, encarcelamiento y el resarcimiento físico y ético, para poder recobrar nuestra DIGNIDAD de ciudadanos.
jueves, 26 de marzo de 2009
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