viernes, 28 de octubre de 2016

Y LOS HOMBRES DEJARON DE PENSAR: HOLOCAUSTO DEL SIGLO XXI, LA DESAPARICIÓN DE LA GRAN COLOMBIA. Rómulo Lares Sánchez. 25OCT2016

La promoción del crimen organizado transnacional que se apoderó del Estado conocido como Venezuela para destruirlo y utilizar su fachada como “guarida” y tarjeta de presentación, mediante una política sistemática y progresiva de terrorismo de Estado que avanza a paso firme por Colombia, ha sido instrumentada por la administración de la ocupación político-militar de Cuba y sus aliados políticos internacionales, además de las FARC, mediante el respaldo directo de la Casa Blanca de los EEUU, la Cía de Jesús y el Vaticano, las Naciones Unidas, la OEA, los parlamentos Latinoamericano y Andino, así como por la lista de corporaciones político-económicas-culturales-religiosas de Hispanoamérica y los medios de comunicación social en general, con el apoyo y el silencio cómplice de la comunidad mundial de naciones.

Millones de venezolanos han comprendido después de 17 años que nada de esto habría sido posible sin la domesticación vergonzosa y la complicidad de las instituciones venezolanas, sin excepción. Hoy, a pesar del terror, se aprecia la explosión del desprecio y la rabia popular por pantomimas de “diálogos”, como los de las mesas de “Diálogo, Negociaciones y Acuerdos” del 2003, la “de la Unidad-MUD”, así como el bochorno para Colombia promovido en la Habana, equivalente al que se promueve una vez más en Venezuela, todos con la etiqueta de la “paz”. Todos, para igualar el Estado y el Derecho al crimen organizado transnacional.

A pesar de que una buena proporción de venezolanos simpatizaría con la opinión de desprecio y odio por tales iniciativas y por sus muy claras consecuencias, sería necesario llamar la atención sobre la necesidad de hacer el mejor esfuerzo para que los millones que se sentirían ofendidos con las crudas expresiones introductorias, tengan a su alcance, mientras hagan el esfuerzo, por supuesto, una ventana para observar la gravedad de las acciones de quienes habrían contribuido con la longevidad del régimen, sus cómplices.

El centro del asunto, en nuestro criterio, estaría en las consecuencias de las actuaciones de quienes pretenden sostener instituciones del Estado, políticas, administrativas, pero también académicas, religiosas, sindicales, gremiales y empresariales, que serían a parir de 1999 todas, cascarones vacíos que sólo habrían servido para simular una república, que a su vez determina la excusa para la traición de los hombres y mujeres que juraron defender y proteger la nación, su patrimonio y sus habitantes, los miembros de la “policía constitucional”=FFAANN, para contribuir a propagar la complicidad hacia las élites de la denominada institucionalidad mundial de estados y naciones en conjunto e individualmente. 

Creadores venezolanos como Gabriela Montero (Ex Patria) y la Cátedra Pío Tamayo (ex país) habrían documentado y creado obras que mostrarían la inexistencia de una nación.

Pero tal simulación tiene catastróficas consecuencias: el “apartheid y holocausto del siglo XXI” en las tierras herederas de la Gran Colombia, la destrucción de una nación y la desaparición del Derecho en su territorio, es decir, la práctica del terrorismo de Estado como política, documentando cotidianamente la variedad completa de los crímenes contra la humanidad y las violaciones de los derechos humanos, cuya responsabilidad recaería en quienes han contribuido a sostener la farsa referida y, repetimos, con la longevidad del régimen. 

Sería oportuno referir algo de la obra de Hannah Arendt: su “banalidad del mal” y el reportaje para el “New Yorker” sobre el juicio en contra Eischmann en Israel, novedoso y cuasi inaugural de la creación y desarrollo del concepto penal de jurisdicción planetaria y sin prescripción por “crímenes contra la humanidad”, que determinaría la decisión “culpable” y su ejecución, cuyas conclusiones serían íntegramente aplicables a los cómplices del exterminio en el “Caso Venezuela”.

La profesora Arendt sostendría en sus artículos, causando el repudio de la comunidad judía mundial y de la sociedad norteamericana, dónde vivía, que de no haber sido por el poder inmenso económico y de organización del movimiento sionista mundial, avocado a la negociación o contemporización de los líderes judíos con el nazismo, al “diálogo”, que habría determinado su discreción sobre la realidad, el apaciguamiento y la longevidad del régimen del Führer, jamás hubiese pasado de 100 mil o 200 mil seres humanos asfixiados y cremados en los campos de exterminio de la “solución final” (agrega el suscrito: de la maquinaria industrial más sofisticada conocida para el exterminio, antes de la establecida en Venezuela a partir de 1999 para sembrar y propagar el terror), porque la reacción explosiva ante su denuncia hubiese determinado muy temprano la acción planetaria en contra del desarrollo del “nacional socialismo” y sus consecuencias. 

El otro aspecto en el que tanto los criminales como los habitantes del territorio que fuese otrora Venezuela se reencontrarían con la Alemania nazi y la Europa cómplice de la Segunda Guerra Mundial, estaría relacionado con la otra conclusión de Arendt: la única forma para explicar que el horror se establezca como modo de vida en una sociedad, sería cuando los humanos que la conforman renuncien a su condición particular y única que los hace hombres: la capacidad de pensar. En Venezuela hemos renunciado a ser hombres, hemos renunciado a pensar.

Un gran paso en el ejemplo hacia la contemporización-negociación generalizada con el régimen de ocupación en Venezuela lo habría dado la Cía de Jesús, una de las primeras organizaciones que negoció con el régimen para “proteger su obra”, asegurando con su cooperación-colaboracionismo los millonarios aportes y la "protección" del Estado y arrastrando a muchos fieles e infieles hacia su propio sacrificio. 

Mucha de esta “negociadera” local e internacional la habría promovido el Departamento de Estado-USA, el Vaticano y el recién estrenado Papa negro venezolano, mientras que habría sido saludable, ejemplar y útil que promovieran lo contrario, es decir, nuestro retorno al lado del Derecho con la Sociedad Civil, a nuestra “obra” común Venezuela, pero más bien habrían determinado escándalos tales como la protección y asociación local generalizada con el crimen organizado transnacional, el “diálogo”, la “negociación de la paz de Colombia” en la Habana, hasta la consideración insólita del propio Barack Obama como su obra más trascendente durante sus 8 años en la Casa Blanca: el restablecimiento de relaciones diplomáticas con la burocracia de Cuba, promotora del crimen organizado que habría subvertido buena parte de América y en particular Colombia y Venezuela, ahora convertida en un territorio sin ley, de desplazados, asesinados, secuestrados, emigrantes, además de un centro planetario principal para la legitimación de capitales del crimen organizado, pero que el “líder de la democracia” considera para semejante distinción en su obra. ¡Así sería el resto!

Un rumbo hacia el restablecimiento del Derecho pasaría entonces por el diálogo verdadero entre nosotros para la comprensión y la denuncia de la tragedia, para organizar la acción coordinada de las mayorías, de manera de desconocer la farsa de institucionalidad y el diálogo falso e imposible, para marchar en el sendero firme de la recuperación del Estado, el Derecho y Venezuela, rechazando la manipulación planetaria que promueve el Sistema Político-jurídico-administrativo-electoral institucional más pervertido y depravado del planeta, porque sencillamente está administrado por y para el crimen organizado y sus cómplices, aún, a pesar y en contra de las recomendaciones impartidas desde los púlpitos más diversos, según las cuales aquello sería posible utilizando el mismo sistema diseñado para legitimar y legalizar la ocupación, bendecido por los disfrazados de oposiciones y sus aliados en la comunidad internacional de naciones que celebra y otorga el Nobel de la Paz al crimen organizado para la destrucción del Estado y del Derecho en Venezuela y en Colombia.


Y LOS HOMBRES DEJARON DE PENSAR: HOLOCAUSTO DEL SIGLO XXI, LA DESAPARICIÓN DE LA GRAN COLOMBIA. Rómulo Lares Sánchez. 25OCT2016

La promoción del crimen organizado transnacional que se apoderó del Estado conocido como Venezuela para destruirlo y utilizar su fachada como “guarida” y tarjeta de presentación, mediante una política sistemática y progresiva de terrorismo de Estado que avanza a paso firme por Colombia, ha sido instrumentada por la administración de la ocupación político-militar de Cuba y sus aliados políticos internacionales, además de las FARC, mediante el respaldo directo de la Casa Blanca de los EEUU, la Cía de Jesús y el Vaticano, las Naciones Unidas, la OEA, los parlamentos Latinoamericano y Andino, así como por la lista de corporaciones político-económicas-culturales-religiosas de Hispanoamérica y los medios de comunicación social en general, con el apoyo y el silencio cómplice de la comunidad mundial de naciones.

Millones de venezolanos han comprendido después de 17 años que nada de esto habría sido posible sin la domesticación vergonzosa y la complicidad de las instituciones venezolanas, sin excepción. Hoy, a pesar del terror, se aprecia la explosión del desprecio y la rabia popular por pantomimas de “diálogos”, como los de las mesas de “Diálogo, Negociaciones y Acuerdos” del 2003, la “de la Unidad-MUD”, así como el bochorno para Colombia promovido en la Habana, equivalente al que se promueve una vez más en Venezuela, todos con la etiqueta de la “paz”. Todos, para igualar el Estado y el Derecho al crimen organizado transnacional.

A pesar de que una buena proporción de venezolanos simpatizaría con la opinión de desprecio y odio por tales iniciativas y por sus muy claras consecuencias, sería necesario llamar la atención sobre la necesidad de hacer el mejor esfuerzo para que los millones que se sentirían ofendidos con las crudas expresiones introductorias, tengan a su alcance, mientras hagan el esfuerzo, por supuesto, una ventana para observar la gravedad de las acciones de quienes habrían contribuido con la longevidad del régimen, sus cómplices.

El centro del asunto, en nuestro criterio, estaría en las consecuencias de las actuaciones de quienes pretenden sostener instituciones del Estado, políticas, administrativas, pero también académicas, religiosas, sindicales, gremiales y empresariales, que serían a parir de 1999 todas, cascarones vacíos que sólo habrían servido para simular una república, que a su vez determina la excusa para la traición de los hombres y mujeres que juraron defender y proteger la nación, su patrimonio y sus habitantes, los miembros de la “policía constitucional”=FFAANN, para contribuir a propagar la complicidad hacia las élites de la denominada institucionalidad mundial de estados y naciones en conjunto e individualmente. 

Creadores venezolanos como Gabriela Montero (Ex Patria) y la Cátedra Pío Tamayo (ex país) habrían documentado y creado obras que mostrarían la inexistencia de una nación.

Pero tal simulación tiene catastróficas consecuencias: el “apartheid y holocausto del siglo XXI” en las tierras herederas de la Gran Colombia, la destrucción de una nación y la desaparición del Derecho en su territorio, es decir, la práctica del terrorismo de Estado como política, documentando cotidianamente la variedad completa de los crímenes contra la humanidad y las violaciones de los derechos humanos, cuya responsabilidad recaería en quienes han contribuido a sostener la farsa referida y, repetimos, con la longevidad del régimen. 

Sería oportuno referir algo de la obra de Hannah Arendt: su “banalidad del mal” y el reportaje para el “New Yorker” sobre el juicio en contra Eischmann en Israel, novedoso y cuasi inaugural de la creación y desarrollo del concepto penal de jurisdicción planetaria y sin prescripción por “crímenes contra la humanidad”, que determinaría la decisión “culpable” y su ejecución, cuyas conclusiones serían íntegramente aplicables a los cómplices del exterminio en el “Caso Venezuela”.

La profesora Arendt sostendría en sus artículos, causando el repudio de la comunidad judía mundial y de la sociedad norteamericana, dónde vivía, que de no haber sido por el poder inmenso económico y de organización del movimiento sionista mundial, avocado a la negociación o contemporización de los líderes judíos con el nazismo, al “diálogo”, que habría determinado su discreción sobre la realidad, el apaciguamiento y la longevidad del régimen del Führer, jamás hubiese pasado de 100 mil o 200 mil seres humanos asfixiados y cremados en los campos de exterminio de la “solución final” (agrega el suscrito: de la maquinaria industrial más sofisticada conocida para el exterminio, antes de la establecida en Venezuela a partir de 1999 para sembrar y propagar el terror), porque la reacción explosiva ante su denuncia hubiese determinado muy temprano la acción planetaria en contra del desarrollo del “nacional socialismo” y sus consecuencias. 

El otro aspecto en el que tanto los criminales como los habitantes del territorio que fuese otrora Venezuela se reencontrarían con la Alemania nazi y la Europa cómplice de la Segunda Guerra Mundial, estaría relacionado con la otra conclusión de Arendt: la única forma para explicar que el horror se establezca como modo de vida en una sociedad, sería cuando los humanos que la conforman renuncien a su condición particular y única que los hace hombres: la capacidad de pensar. En Venezuela hemos renunciado a ser hombres, hemos renunciado a pensar.

Un gran paso en el ejemplo hacia la contemporización-negociación generalizada con el régimen de ocupación en Venezuela lo habría dado la Cía de Jesús, una de las primeras organizaciones que negoció con el régimen para “proteger su obra”, asegurando con su cooperación-colaboracionismo los millonarios aportes y la "protección" del Estado y arrastrando a muchos fieles e infieles hacia su propio sacrificio. 

Mucha de esta “negociadera” local e internacional la habría promovido el Departamento de Estado-USA, el Vaticano y el recién estrenado Papa negro venezolano, mientras que habría sido saludable, ejemplar y útil que promovieran lo contrario, es decir, nuestro retorno al lado del Derecho con la Sociedad Civil, a nuestra “obra” común Venezuela, pero más bien habrían determinado escándalos tales como la protección y asociación local generalizada con el crimen organizado transnacional, el “diálogo”, la “negociación de la paz de Colombia” en la Habana, hasta la consideración insólita del propio Barack Obama como su obra más trascendente durante sus 8 años en la Casa Blanca: el restablecimiento de relaciones diplomáticas con la burocracia de Cuba, promotora del crimen organizado que habría subvertido buena parte de América y en particular Colombia y Venezuela, ahora convertida en un territorio sin ley, de desplazados, asesinados, secuestrados, emigrantes, además de un centro planetario principal para la legitimación de capitales del crimen organizado, pero que el “líder de la democracia” considera para semejante distinción en su obra. ¡Así sería el resto!

Un rumbo hacia el restablecimiento del Derecho pasaría entonces por el diálogo verdadero entre nosotros para la comprensión y la denuncia de la tragedia, para organizar la acción coordinada de las mayorías, de manera de desconocer la farsa de institucionalidad y el diálogo falso e imposible, para marchar en el sendero firme de la recuperación del Estado, el Derecho y Venezuela, rechazando la manipulación planetaria que promueve el Sistema Político-jurídico-administrativo-electoral institucional más pervertido y depravado del planeta, porque sencillamente está administrado por y para el crimen organizado y sus cómplices, aún, a pesar y en contra de las recomendaciones impartidas desde los púlpitos más diversos, según las cuales aquello sería posible utilizando el mismo sistema diseñado para legitimar y legalizar la ocupación, bendecido por los disfrazados de oposiciones y sus aliados en la comunidad internacional de naciones que celebra y otorga el Nobel de la Paz al crimen organizado para la destrucción del Estado y del Derecho en Venezuela y en Colombia.