miércoles, 23 de febrero de 2022

Enero 1, 2006. ¿PARA QUÉ QUEREMOS PRESIDENTE?

¿PARA QUÉ QUEREMOS PRESIDENTE? Rómulo Lares Sánchez. Caracas, 31.01.2006 Cuando se admiraba el espectacular desarrollo industrial y económico de Italia en la década del 70, despertaba curiosidad la circunstancia hasta hoy sostenida de la inestabilidad de su gobierno, de su poder ejecutivo, cuando dentro de su sistema parlamentario, era sustituido o renovado prácticamente cada año. Entre amigos italianos era común referirse a esta circunstancia, expresando que el secreto del avance de su industria y economía se debía a que entre las 5 de la tarde y las 9 de la mañana, las oficinas públicas permanecían cerradas. En el caso venezolano, la opinión pública nacional e internacional está seriamente engañada y condicionada, como resultado de multimillonarias campañas para centrar la discusión fundamentalmente sobre el rendimiento y resultados de la gestión del gobierno. En el caso venezolano, media la complicidad de “las oposiciones políticas”, partidos políticos y grupos de opinión, organizaciones gremiales y sindicales. El problema venezolano no es en lo absoluto, a pesar del desquicio y resultados de la administración pública nacional, la “gestión de gobierno”, es la pérdida de la democracia, de las libertades políticas que se habían conquistado aunque de manera imperfecta, a partir de 1958. La hipótesis de la destrucción premeditada de las instituciones de la llamada “IV República” como plan estratégico del régimen, es una de las conclusiones de la “Cátedra Pío Tamayo” de la IIEFA de la FACES de la UCV, prácticamente demostrada a partir de sus análisis y discusiones periódicas. Si esto es cierto, ¿cómo explicar la complicidad de los partidos políticos y otras organizaciones y activistas políticos?, en los que se ha sostenido el régimen, corrompiendo todas las instituciones públicas, a pesar del uso de las armas, de la muerte, de la “persecución” de ciudadanos, de medios de comunicación, de periodistas y editores, del encarcelamiento de los “institucionalistas” calificándolos de “opositores”, de golpistas, como único argumento para justificar acciones perversas. La pérdida absoluta de la credibilidad en el liderazgo político y en las instituciones se manifestó claramente en Venezuela el 4D05. Independientemente de los análisis “estirados” por los intereses de los unos o los otros, la ciudadanía dijo claramente ¡basta! Ésta situación es claramente comprendida tanto por el régimen como por los “opositores”, quienes tratan desesperadamente de “maquillar” una realidad que ya no puede ser escondida. La pérdida de valores es generalizada, la perversión en el ejercicio del poder político y la administración de la “cosa pública” es rechazada por la población. Los ciudadanos, así sean beneficiarios de las dádivas y “negocios” que descienden de los que controlan el tesoro nacional, comprenden que no es posible construir sobre unas bases tan pestilentes e inestables. El sentido común y el miedo nos conducen a extremar la actitud de cautela. ¿Cómo sobrevivir a este holocausto? La contaminación genética para la promoción de caudillos, de iluminados parece haber llegado a su fin. Lo que la sociedad percibe como necesario es la acción colectiva.

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