“THE
ECONOMIST” titula su Editorial “The Americas” del 1 de marzo: "Cómo somete a prueba Venezuela el
compromiso de América Latina con la democracia. La solidaridad regional no debe
prevalecer sobre la defensa del pluralismo". ( https://www.economist.com/news/americas/21737555-regional-solidarity-should-not-trump-defence-pluralism-how-venezuela-tests-latin-americas
)
Rómulo
Lares Sánchez. 2Marzo2018.
Este
es un aviso de ¡alerta urgente! para los lectores de “THE ECONOMIST” y sus
asesorados, cuando pudiésemos caer en la tentación de tomar como referencia
válida lo que expresaría su editorial. Atención con el tipo de basura que
recibimos embelesados en un paquete intelectual dorado.
Cuba
no habría sido “invitada” desde 1961 cuando Rómulo Betancourt, presidente de
Venezuela, denunció la injerencia del régimen de Castro en las democracias
latinoamericanas y actuó para lograr el consenso regional, en particular en la
recién nacida que encabezó, hasta la fatídica develación del principal objetivo
de Barack Hussein Obama, logrado tras sus 8 años en la Casa Blanca e iniciado
no en 2015 sino cuando se inauguró en la V Cumbre de las Américas en Puerto
España en 2009. (“EL PAÍS”, Madrid, Edición Europa, 10 julio 2016)
En
lugar de una "distensión diplomática", esta sería un nuevo curso de
180 grados en la política exterior estadounidense que debería señalarse como:
"su más clara corresponsabilidad con la violación sistemática de los
derechos humanos de los latinoamericanos establecida como política de
Estado", que se extendería desde Cuba a través del "Foro de Sao
Paulo" hasta la ocupación progresiva de Venezuela a partir de 1999,
iniciada con su dirección y operación de la guerrilla local a partir de 1960.
La
iniciativa del presidente Pedro Pablo Kuczynski del Peru y los otros gobiernos
de los países latinoamericanos que apoyaron la decisión regional de desnudar el
verdadero y horrible rostro del crimen organizado transnacional disfrazado en
la ideología del estado cubano, sería una brisa de aire fresco en el
extremadamente tóxico comportamiento del Departamento de Estado de los Estados
Unidos bajo la guía del equipo de asesores y asociados de Obama.
Para
medir cuál es el grado de democracia en las Américas a través del comportamiento
corrupto se cubre con la ideología de la Organización de Estados Americanos
(OEA), en otro caso controlado como Honduras, como es el caso de Venezuela,
donde la OEA ha sido responsable de gran parte de la política exterior de Obama
y de los EEUU para promover a Cuba como el principal interlocutor o contraparte
del subsecretario de Estado para América Latina y del Comando Sur del Ejército
de EEUU.
Ya el
comportamiento de Obama en relación con la democracia, representado por su
planificación y operación de programas relacionados con las elecciones locales en
Chicago, las de su Partido Demócrata en la Florida hasta el recuento en las elecciones
y la decisión de la Corte Suprema para suspenderlo decretando la proclamación
de George W. Bush, que oscurecerían definitivamente el derecho a la
participación política de sus ciudadanos y calificaría a los EE UU para ser sancionado
por no cumplir el criterio de Quebec para la membresía en la OEA.
Venezuela no sería el caso más
dramático de regresión democrática en América Latina porque no ha habido
democracia en Venezuela a partir de 1999 cuando se inició claramente su ocupación
por los cubanos y sus aliados, incluidos estados: Rusia y China, pero también organizaciones
transnacionales del crimen organizado y del terrorismo: FARC, ELN, Hezbollah y
ETA, entre otros.
“THE ECONOMIST” valida datos que
están completamente manipulados por el programa sistemático de la ocupación extranjera
que ha modificado todas las estadísticas nacionales incluyendo la base de datos
de la identidad desde 1999, cuando Cuba tomó el control de la misma. Una antigua
investigación validada en 2006 estimó en alrededor de 2.6 millones las
modificaciones que, entre otros muchos crímenes, deberían explicar por qué el
gobierno de Obama calificó el régimen venezolano como una amenaza para la
seguridad interna de los EEUU y el Reino Unido estableció la visa para los
venezolanos, cuando muchas de las identidades falsas como nacidos en Venezuela aunque
realmente en el Medio Oriente, establecieron residencia dentro de sus
territorios.
La otra cifra completa sería hoy
de más de 3.5 millones de personas que huyeron del país convirtiéndose no en un
problema de migración sino en desplazamiento de población, de más del 10%, que
habría sido celebrado por el mundo libre y desarrollado para incrementar
rápidamente sus activos nacionales cuando más del 40% estaría acreditado con
maestrías y doctorados, muchos obtenidos en ese primer mundo.
El mentor de Maduro,
adicionalmente inhabilitado por nacimiento para ocupar la Cancillería o la
Presidencia así como de Chávez fue Cuba. Y los resultados de sus políticas
sobre Venezuela, el hemisferio y el mundo deberían ser considerados para un
premio de gestión y logro político en los departamentos de ciencias políticas y
negocios del INSEAD o de HARVARD, porque correspondería con lo que habría sido programado
mientras tomaban el control del Poder Público Ejecutivo en 1999, principalmente
de las Fuerzas Armadas venezolanas y del resto de los poderes públicos, iniciando
con el Judicial y con el Electoral ejercido en el Consejo Nacional Electoral.
“THE ECONOMIST” designa como
líderes de la oposición a quienes se convirtieron en la columna estructural
principal del régimen, personas que legitiman sistemáticamente el estado general
de fraude de una falsa nación en el concierto de miembros de las Naciones
Unidas. Cómo explicar esto mientras que la última elección “libre” y verdadera
en Venezuela sería la de 1998 cuando Chávez fue proclamado presidente electo.
No hay oposición en absoluto, sino “oposiciones” simuladoras y simulaciones de
ella.
Desde la "residencia" en
Caracas de César Gaviria durante 8 meses en 2002, el ex presidente de Colombia
como Secretario General de la OEA, conjuntamente con la Unión Europea y el ex
presidente James C. Carter validarían y encubrirían la ocupación cubana de
Venezuela. Desde entonces, habría quedado claro que volver a un estado de
derecho y a un país libre sería imposible mediante los esfuerzos de sus propios
ciudadanos únicamente, porque requeriría de una acción internacional y regional
promovida y respaldada por otro cambio de 180 grados en la política exterior de
los Estados Unidos.
El ostracismo y la ocupación comenzó
para Venezuela en 1999, lo que se necesitaría para restablecerla es
precisamente lo contrario.
Un cambio político, cultural en los
Estados Unidos con respecto a la concepción de la democracia, que ampliase el “Make
America Great Again” y el “Fake News” hasta todas las Américas, expresado desde
su campaña presidencial por Donald J. Trump y luego sistemáticamente desde la
Casa Blanca, determinando políticas que serían indispensables para retornar al
Estado en Derecho y a la democracia en Cuba y en sus satélites en América, de
manera que se comprendiese su urgencia para revertir el enfoque prevaleciente por
décadas de una “ideología” del crimen organizado transnacional promovido por el
“Estado” cubano, para restablecer la
democracia en las Américas para los americanos, excluyendo a sus aliados
mencionados.
¿Cómo se explicaría que un medio
de “grandes ligas” como “THE ECONOMIST” pudiese actuar en la manipulación de la
opinión pública y de los asesores de los líderes del planeta?, como un
generador de “fake news”
No sería esto solamente un fraude
por cuanto sus consecuencias, más allá de la complicidad, conformarían su corresponsabilidad
con la violación sistemática de los derechos humanos en las Américas, en el
Continente y en el mundo.
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